Con la ficción del mercado libre la economía ha entrado en el universo paralelo. El mercado perfecto es la puerta por la cual la economía ha salido del mundo real. El mercado perfecto parte del principio que:
- No hay preferencias locales.
- No hay preferencias temporales.
- Que los productos son homogéneos, lo que de hecho excluye también innovaciones.
- Que adaptaciones a nuevas situaciones, que raramente suceden, se hacen inmediatamente.
- Y que hay información perfecta.
Esto significa que no hay inseguridad. Vamos a ver más tarde, al hablar de Keynes que basta dudar de esta afirmación, de la afirmación de que no hay inseguridad, para derrumbar todo el sistema de la teoría clásica y neoclásica.
De hecho, si se toma en serio este concepto, estas suposiciones no bastan. Se debe igualmente suponer que no hay ningún cambio de tecnología, organización, cambios culturales etc., porque todos los modelos que se basan en este concepto, por ejemplo la famosa cruz de la oferta y de la demanda, parten del principio que la curva de la demanda no cambia. Igualmente se podría decir, si se quiere un método más realista, que todo tipo de análisis que se basa en este sistema es un análisis a corto plazo. A corto plazo, muy corto en general, no cambia nada.
El error es profundo y elemental y encima lo comparten ambos mundos, el mundo marxista y el mundo de la economía neoclásica. Con la ficción del mercado perfecto la economía se convierte en algo mecánico. Si hay información perfecta tampoco hace falta un procesamiento de informaciones, ni de manera central como en una economía planificada, ni de manera decentrar, como en una economía de mercado. El argumento central de una economía de mercado, el procesamiento de informaciones decentrar, pierde cualquier importancia. Tampoco hacen falta empresarios, su función podría realmente o mejor ser realizado por robots o computadoras. Supone esta idea además que la adaptación a nuevas condiciones, si los hay, ni siquiera esto está seguro en este sistema, ocurren sin esfuerzo alguno y por lo tanto tampoco hacen incentivos.
De hecho con el mercado libre tenemos el mismo error que tenemos en el marxismo. La alocación de los factores productivos se puede realizar sin esfuerzo alguno. El capitalista marxista no tiene ningún problema en invertir su capital, sin problema puede encontrar la inversión más rentable y no hay ningún riesgo. El robot capitalista siempre acumula capital y no la pierde nunca. En ambos sistemas el homo oeconomicus es un mero robot.
Es un fenómeno curioso que se reprocha a la teoría keynesiana por todas partes y diariamente de ser el primer paso hacia una economía de mercado si Keynes es el único que presta atención al problema esencial de la economía: La inseguridad. Si tuviésemos un mercado perfecto, si supiésemos lo que pasa en diez años, todos seríamos ricos, no habría paro y habría gente que sabe mucho, pero no sabe lo que el mercado en un momento dado requiere.
Vamos a ver más tarde que este concepto, la del mercado perfecto, lleva también a la idea de las "leyes" económicas, vea Léon Walras y preliminares. Si se abstrae de todas las circunstancias individuales y si los únicos variables del modelo son el precio y la cantidad, que de hecho son la expresión de una realidad compleja determinada por miles de fuerzas, se puede formular "leyes" económicas. La noción "leyes económicas" supone que estas leyes son las que determinan los procesos y que no describen solamente el proceso de adaptación a cambios tecnológicos, organizativos, psicológicos, jurídicos, sociales etc.. Para ser más claro: La ley de la gravitación no se adapta a fuerzas ajenas, ES una fuerza ajena a la cual hay que adaptarse. Una "ley" económica describe procesos de adaptación a fuerzas ajenas. La concepción de la economía como una ciencia natural, muy de moda en la Economía neoclásica, es por lo tanto una completa tontería. Leyes naturales no describen fuerzas que son la expresión de ALGO, estas leyes SON este Algo. La gravitación no depende de absolutamente nada y mucho menos del gusto, de las preferencias y del estado de ánimo del autor de estas lineas. La gravitación no depende de ningún factor ajeno, ES un factor ajeno.
El concepto del mercado perfecto y la cruz de la oferta y demanda, reduciendo toda la economía a la relación entre dos parámetros, precio y cantidad, abstrae del hecho que esta relación describe meramente una adaptación a fuerzas ajenas, no explica por lo tanto nada de lo que es esencial para una economía de mercado libre.
Incluso en el caso de que existiese esta famosa transparencia del mercado solo describiría un equilibrio estático, irrelevante si no sabemos cuanto tiempo permanece. Es una gran diferencia si el precio de equilibrio para un litro de leche, digamos de un dólar, permanece media hora o tres años.
Pero la economía no se adapta inmediatamente a un equilibrio de mercado y mucho menos de manera consciente, como vamos a ver más tarde al hablar de Joseph Schumpeter. De hecho nos hemos todos acercado lentamente a un cierto nivel de consumo, de manera inconsciente y los productores han aprendido lentamente qué quieren producir, en qué cantidad y como.
En este mundo estático no hay ningún cambió de tecnología, no hay innovaciones, ni cambian las preferencias. Una vez llegado al equilibrio, y a este equilibro se llega en dos segundo pintado dos líneas sobre el papel, siempre se permanece ahí hasta el juicio final.
No se puede justificar el mercado perfecto y todos los modelos que en este concepto se basan, como por ejemplo la cruz de la oferta y la demanda de Alfred Marshall (repetimos: En el original Alfred Marshall es más complejo de lo que se encuentra en los libros de textos. Vamos a volver a este tema al hablar de Alfred Marshall) diciendo que es solo un modelo que sirve para analizar determinados aspectos de la economía. Un modelo que excluye todo, pero absolutamente todos los aspectos relevantes es un mal modelo. Un plan de una ciudad que contiene todos los museos, teatros, café etc., pero sin las calles que llevan a estos sitios no sirve para precisamente nada.
En este caso es todavía peor. No es solamente que no sirve para nada, sino que encima despista, desvía de las cuestiones centrales. La persistencia con la cual la cooperación de los economistas se agarra a este modelo se debe al hecho que éste se presta para la modelación matemática y da a la economía la pinta de una "ciencia exacta", vea también modelización matemática. Si se abstrae de todos los factores individuales y circunstanciales se puede tener la impresión de que una "ley económica", noción que aparece muy a menudo en los autores de la economía neoclásica, se puede tener la impresión de que estas "leyes" no son meras tendencias resultantes de adaptaciones a cambios tecnológicos, sociales, organizativos etc., sino que describen, como las leyes naturales, fuerzas naturales. En una formula tipo 1/2 * m * v2 = m * g * h (energía potencial = enérgica cinética) no hay parámetros, en el vacío, relevantes que no estén presentados en la fórmula. Tampoco es una descripción. Expresa relaciones causales. No tiene nada que ver con una fórmula tipo p = A - ax (curva de la demanda). Esta última es una mera DESCRIPCIÓN general y no expresa ninguna relación causal. Expresa como máximo una tendencia plausible a corto plazo. Es de suponer, si las preferencias no cambian (por ejemplo la gente invierte más dinero en su educación y menos en coches), si un producto no es sustituido por otro (los móviles por los smartphones) que la gente compra más de un producto cuando éste es más barato. Pero incluso esto solo vale a corto plazo. Se podría igualmente sustituir el mercado perfecto por un análisis a corto plazo.
Revela este concepto una confusión de causa y efecto. Las "leyes económicas" son el efecto y no la causa de algo. Las leyes naturales describen la causa de algo. No es un problema menor. La concepción de la economía como una cosa sui generis que se puede estudiar aisladamente está relacionado con esto. Si una "ley económica" fuese la causa de algo, se podría estudiarla de manera aislada. Si estas "leyes" solo describen los efectos producidas por otras cosas, no se la puede estudiar de manera aislada.
El error es profundo y comprensible. Las "leyes económicas" tan adorados por Léon Walras, Vilfredo Pareto y Carl Menger y que encontramos en los libros de textos sugieren que explican relaciones causales o sea que la economía por sí ya explique algo. De hecho son solamente descripciones de tendencias. Tomando la expresión de algo como la causa la economía ha podido imponerse como la "reina de las ciencias sociales", una cosa que se puede estudiar aisladamente. El hecho que raramente se habla en los libros de textos de tecnología, innovaciones, cambios en los procesos organizativos se debe al hecho que se abstrae de las causas tomando el efecto de algo por la causa de algo.
Se puede describir tendencias, se puede por ejemplo, tal como lo hace el neo liberalismo y el ordoliberalismo, decir que una economía de mercado libre tiende a optimizar los procesos de producción. Ningún autor de estas corrientes económicas explica el por qué de ello, pero suponen que la gente en sistemas de este tipo tienen un incentivo fuerte a trabajar y dado que tienen las informaciones que necesitan también son capaces de hacerlo.
Pero el modelo del mercado libre y todas las teorías que se basan en este concepto son totalmente otra cosa. En estos modelos hay un automatismo. El homo oeconomicus puede ser sin problema alguno sustituido por un robot y a partir del momento que podemos sustituir el homo oeconomicus por un robot y computadoras la diferencia entre una economía de mercado libre y una economía planificada se desvanece. La concepción del mercado perfecto es un concepto enteramente marxista.
El mismo error, dicho sea de paso, tenemos en la política y en debate público. Se supone que la política puede resolver los problemas centrales, pero de hecho la política puede como máximo incitar a un comportamiento sensato o impedirlo, pero no puede por si sola resolver un problema.
La ventaja principal de una economía de mercado libre es el hecho que es más eficaz en el procesamiento de informaciones, significa que reacciona más rápidamente, dado que todos los actores reaccionen inmediatamente a cambios y no esperan hasta que una ente central haya evaluado las consecuencias de un cambio. Las adaptaciones pueden ser erróneas, hay riesgos, pero es de suponer que los actores individuales conocen mejor su situación individual, el tiempo que necesitan para aprender una nueva tecnología, las reestructuración de la organización, las capacidades de sus empleados, la posibilidad o imposibilidad de comprar servicios y productos que hasta un determinado momento han producido ellos mismos, son más capaces de evaluar la demanda etc. etc..
Por otra parte hay un fuerte incentivo para los actores de reaccionar y adaptarse. Pero esta idea es completamente negado por el mercado perfecto. A partir del momento que tenemos la información perfecta no hacen falta empresas privadas. Toda la economía podría ser perfectamente controlada por un ente central con un par de computadoras. Esto incluso sería más eficaz que miles y miles de empresas que gastan su tiempo en comerse el coco, almacenar y evaluar datos, probar si algo funciona y corregir errores etc. etc..
El concepto del mercado completo tampoco puede pasar como un modelo que sirve para analizar situaciones complejas. Un modelo tan idiotamente simple que no tiene nada, pero absolutamente nada que ver con la realidad, no sirve para el análisis. Más bien despista. Un modelo es sensato cuando los parámetros relevantes forman parte del modelo y se deja de lado los parámetros irrelevantes. Pero un modelo que abstrae de todo lo que es relevante es una burrada y solo puede habersele ocurrido a un cerebro de un catedrático idiota de una facultad de economía que en todo su vida no ha trabajado nunca.
La teoría de Keynes, dicho sea de paso, es más compleja en cuanto a este punto se refiere. Keynes excluye expresis verbis todos los parámetros que no se puede influir directamente. Es obvio que no hubiese paro si todos pudiésemos producir hoy un smartphone, mañana trabajar como cardio cirujano y pasado mañana construir desaladores de agua impulsados por energía solar. Pero esto no es el caso. Keynes se pregunta lo que se puede hacer si todos los factores como formación personal, tecnología, capacidad de innovación, organización etc., no se puede influir. Mientras el neo liberalismo supone, sin saberlo realmente, que basta que el estado no se meta para que los parámetros mencionadas se muevan en la buena dirección y que todos los problemas serán resueltos, la teoría keynesiana, sin negar que esto pueda ser cierto, ofrece una solución sin la modificación de estos parámetros.
Vemos en este ejemplo que funcionarios públicos, a los cuales también pertenece el personal docente de la facultades de economía son una real plaga, peor que la peste, cólera y malaria juntas. Incluso en el caso que la biografía consiste solo de escuela => colegio => estudiante => docente universitario una persona normal habría comprendido, por tener amigos, conocidos, que realmente trabajan, que el mundo es un poco más complejo y que el mercado perfecto es exactamente el contrario de una economía de mercado libre y gran parte de la economía neoclásica, que a su vez es más o menos lo que se encuentra en los libros de textos de micro-economía, no tiene nada que ver con una economía de mercado.
Si no se habla con nadie nunca se podría aprenderlo incluso leyendo los periódicos y mirar la tele. Se aprenderá que cada día hay centenares de empresas que van en quiebra y centenares que se fundan. Si el mercado perfecto existiese no habría empresas que van en quiebra y como no hay cambio tampoco se fundaría nuevas. Pero una vez impresas estas tonterías en miles y miles de libros de textos y después de no haber aprendido otra cosa que mover curvas de la derecha a la izquierda y de la izquierda a la derecha se pierde la vista abierta a la realidad, lo que a esta especie de personas no importa mucho, dado que reciben un dinero independientemente de cualquier rendimiento.
El hecho que modelos tan simples sobreviven es tanto más sorprendente que no faltaron economistas que evidenciaron la poca relevancia que tienen, entre ellos Joseph Schumpeter.
Los libros de textos de micro-economía corren el mismo riesgo que los tres volúmenes de Karl Marx. Después de la caída del muro en Berlín en 1989, se podría comprar estos libro en toneladas. Se había enseñado este chisme hasta el último respiro, pero una vez perdido su valor sistémico por el colapso del sistema la gente quería sobre todo liberarse de estos cachivaches.
De ideología vamos a hablar todavía muy a menudo a lo largo de este manual, vea también preliminares. Se puede especular sobre las causas por las cuales contenidos obsoletos sobreviven tanto tiempo. En cuanto a la teoría neoclásica (dejamos al lado Alfred Marshall) se refiere la inmunización contra la realidad tiene varios aspectos. De una parte la exclusión de cualquier circunstancia individual, o sea las causas reales de un problema, permiten a la economía de presentarse como una ciencia con verdades universales. Hay un precio de equilibrio para cualquier cosa en cualquier país. Y si el precio del arroz es tan caro que alguna gente muere de hambre es igualmente un precio de equilibrio. Las preferencias de esta gente eran no comprarlo y morir de hambre.
Por otra parte la abstracción de la realidad permite sugerir una fuerza explicativa. Si se sugiere que los efectos son la causa, bastan los efectos para explicar algo.
Juega un papel también que economistas académicos no tienen en general ninguna experiencia profesional. Tenemos por lo tanto una fuga a la abstracción. Si dijesen algo sobre la realidad sería rápidamente evidenciado que no alegan mucho. Esto también explica el hecho porque un discurso público de un economista parece tan trivial. En este tipo de discurso se evidencia que los supuestos instrumentos de análisis no sirven de hecho para nada. Léon Walras, Vifredo Pareto y Carl Menger son de hecho completamente irrelevantes.
Significa esto para los estudiantes que al final de su carrera no saben absolutamente nada útil, aparte de cosas concretas como contabilidad, controlling y algo de derecho. Filosofar en estas circunstancias sobre tasas académicas es bastante insolente. Bastaría que los chicos y chicas docentes hiciesen un práctica en una empresa real.
Podemos aprender de esto que sistemas como la educación pública y las universidades, sobre todo las facultades de economía, que no son controlados por la competencia van irremediablemente a la deriva, vea también actividades estatales. Para el personal de una facultad de economía un comportamiento racional es contar por centenares de años las mismas tonterías. Esto no exige esfuerzo alguno y el sueldo es el mismo. En este sector el homo oeconomicus tiene efectos desastrosos, vea también homo oeconomicus.
Cuando un sistema no puede ser controlado por los mecanismos similares a los que rigen en una economía de mercado dependen de la integridad de los actores y sistemas cuya única esperanza es la integridad de los actores que están realmente muy jodidos. Es de crucial importancia de introducir en estos sistemas de manera "artificial" mecanismos que tienen la misma función como aquellos que rigen una economía de mercado, vea homo oeconomicus. Cualquier otra cosa es sea ingenuo, sea romántico, pero de cualquier forma erróneo.
La escuela austriaca y Milton Friedman no se equivocan en el análisis del problema, pero se equivocan en la solución o más bien dicho, la solución que ofrecen, retiro del estado siempre cuando sea posible, es irrealista. No siempre el estado puede retirarse pero tampoco esto significa implacablemente la ausencia de competitividad y control.
Los mecanismos a implantar no son siempre los mismos, pero siempre, si dejamos de lado el problema de las inversiones estatales en investigación y desarrollo, siempre los hay.
Dejamos de lado por un momento que el mercado perfecto no es un modelo, una versión simplificada de la realidad, sino un universo paralelo sin ninguna conexión con esta nuestra tierra. Nos podríamos igualmente preguntar si este modelo describe realmente mejor un fenómeno del universo paralelo.
Se justifica este modelo muy a menudo alegando la tesis de que con este modelo es posible un análisis marginal que a su vez es más preciso que un análisis tal y como lo hace Adam Smith que analiza más bien haciendo uso del sentido común. Pero el autor duda que esto sea cierto.
Diría el autor que la distinción entre precio natural y precio de mercado ya es un análisis marginal. (Dejamos de lado que la concepción de David Ricardo de la renta es indudablemente un análisis marginal.)
El progreso del análisis marginal, es por lo tanto bastante marginal.
En una situación de competencia perfecta el precio NATURAL, vea óptima
división del trabajo, tiene que estar lo suficientemente alto para cubrir todo los costes que son, en el mundo de Adam Smith, el sueldo (la parte del trabajo), el provecho (la parte del capital) y la renta (la parte de la tierra) dado que los factores productivos en el mundo clásico son trabajo, tierra y capital. (Lo que es una tontería como vamos a ver a lo largo de este manual, pero de momento da igual.) El punto central es la palabra NATURAL, precio natural.
¿Que entiende Adam Smith por precio natural? Adam Smith parte, aunque no expresada de manera tan cruda, también de un mercado perfecto. En este mercado perfecto de los cuentos de hadas los inversores saben perfectamente cuanto rinde su capital en todos los usos posibles. Si rinde por ejemplo 2,5 por ciento invertido en una panadería y 3 por ciento si se le invierte en una fábrica de tabaco lo van a invertir en una fábrica de tabaco. Si todos lo hacen la rentabilidad del capital invertido en una fábrica de tabaco va a bajar hasta que llegue a los 2,5 por ciento de la panadería. (Es igualmente posible que los capitalistas retiran su dinero de la panadería y lo invierten en la fábrica de tabaco, para Adam Smith capital es algo muy líquido, la diferencia entre capital y dinero no la vea.) Si hacemos esto con los miles de inversiones posibles habrá finalmente un provecho "natural" o sea uno que es igual en cualquier uso. Lo mismo vale para el trabajo y para la tierra. Si un campesino se da cuenta que puede ganar más dinero cultivando maíz que después se puede convertir en combustible lo va a hacer hasta que el trigo se hace tan caro que iguala lo que puede ganar con el maíz. Si lo pensamos bien, esto es un análisis marginal. Lo que interesa en este tipo de reflexión es la ganancia que se puede obtener con la ULTIMA entidad. Esta ganancia baja debido a procesos tecnológicos, las máquinas van por encima de su óptimo a la demanda que solo puede extenderse bajando el precio y por lo tanto la rentabilidad, por procesos naturales etc. etc.. Es exactamente la misma lógica que encontramos en cualquier tipo de texto de micro-economía que nos cuenta la teoría neoclásica. La diferencia es que Adam Smith describe una TENDENCIA que es seguramente correcta, como tendencia. Se puede también decir que Adam Smith subestima la dificultad de conocer la rentabilidad del capital en cualquier uso que también trabaja con algo como el mercado libre. Pero en la economía neoclásica la alocución de los factores productivos no presenta problema alguno. Pasa en milisegundos y sin esfuerzo.
Está incluido en la idea del precio natural igualmente la idea de la última entidad rinde, debido a la competencia, solamente lo que cuesta. Se puede decir que la suma de los costes marginales, el precio natural, es exactamente lo mismo que los famosos costes marginales de la economía neoclásica que hoy en día se encuentra en cualquier libro de texto como "revolución marginalista".
La idea del precio natural o sea el precio determinado por los precios naturales, iguales en cualquier uso, de la tierra, trabajo y capital es un análisis marginal.
Muestra el ejemplo de Adam Smith primero que nunca ha habido revolución marginal y que el análisis marginal es más viejo que las colinas verdes del África y segundo que tampoco hace falta para este tipo de análisis un mercado perfecto.
Dicho sea de paso. Este concepto, la idea del precio natural y del precio de mercado incluye también que el valor de una caso depende de la demanda. Constata Adam Smith que el precio de mercado puede ser más bajo y más alto que el precio natural. O sea por un plazo de tiempo corto o largo puede ocurrir que el precio de mercado es más alto que el precio natural. Este concepto es incluso más inteligente que la concepción neoclásica porque supone que la oferta no puede adaptarse inmediatamente a la demanda tal como lo supone la economía neoclásica (por enésima vez: Cuando hablamos de economía neoclásica excluimos Alfred Marshall. El original, Principles of Economics, es más complejo y diferenciado que las idioteces que se encuentra hoy en día en los libros de texto de micro-economía.) El precio de mercado puede ser más alto (o más bajo) que el precio natural si la recolocación de los factores productivos no es posible a corto plazo. En este caso el capital, trabajo, tierra invertido en este sector gana más de lo que sería natural porque la oferta a corto plazo no puede ser aumentada. Si por ejemplo por un cambio tecnológico, como el Internet, se necesita más informáticos de los que hay los informáticos ganan más de lo que sería "normal" hasta que más gente, atraído por los sueldos elevados, han comenzado y terminado su estudio. Pero esto también significa, una cuestión sobre la cual vamos a discutir todavía muy a menudo a lo largo de este manual, que la demanda también influye en la determinación del valor de una cosa. Esto parece trivial, y de hecho lo es, pero en las primeras cien páginas Adam Smith, y con el David Ricardo y Karl Marx, no encuentra el contrario. Únicamente el trabajo incorporado en un producto determina su valor.
El análisis de Adam Smith tiene varias ventajas. Explica el concepto de los costes marginales de una manera que todo el mundo entiende dentro de dos minutos y es más preciso. De hecho la idea de Adam Smith contiene también un "equilibrio total" tal como lo quiere formular Léon Walras. Una economía esta en el equilibrio total si los precios marginales de los factores productivos son los mismos en todos los usos y no hay por lo tanto ningún incentivo para una realocación. Como tendencia esto es indudablemente cierto y sensato y tal como lo describe Adam Smith incluso expresa el dinamismo de una economía de mercado. La recolocación necesita tiempo y sobre todo personas. La misma idea se convierte en la obra de Léon Walras en una ley lo que supone una transparencia total del mercado y una adaptación inmediata. Esto es una completa burrada y el uso de la matemática con sus centenares de ecuaciones simplemente ridículo.
Las herramientas creadas por Alfred Marshall, que se basan en el concepto del mercado perfecto, pueden servir a analizar de manera más precisa el reparto de poder (polipolio, oligopolio, monopolio). En este aspecto Adam Smith argumenta meramente con el "sentido común". Pero este fallo no es un gran problema porque el análisis de las consecuencias del reparto del poder sobre el precio y la cantidad ofrecida no juegan ningún papel en la práctica. Los criterios para definir un cartel en las leyes en defensa de la competición de los respectivos países no tienen nada que ver con el análisis neo-clásico. Las abstracciones de la realidad no sirven cuando se quiere detectar una situación monopolística en la realidad.
Aparte de esto la famosa cruz de la oferta y demanda que se encuentra hoy en día en todos los libros de economía contiene un error garrafal, vea equilibrio a corto plazo y equilibrio a largo plazo. Hay que distinguir entre el corto plazo y el largo plazo lo que Alfred Marshall hace. El hecho que es unánimemente aceptado que los gastos (marginales) suben cuando se extiende la oferta se debe al hecho que algo que la gente "intuitivamente" acepta y encuentra plausible a pesar de que es una tontería. A lo largo de nuestra vida vemos que de vez en cuando en caso de una demanda fuerte los precios suben, por ejemplo el alquiler o algunos alimentos en caso de que halla una mala cosecha. Lo que no sentimos tanto es el hecho que casi todos los productos bajan de precio cuando la demanda sube porque es un proceso que se produce más lentamente. Gran parte de los costes de la producción de un televisor, coche, computadora, refrigerador etc., son costes fijos y estos se reducen cuando son divididos por una cantidad más grande. Aparte de esto en la gran mayoría de los productos la producción no es lo realmente caro. Lo realmente caro es la investigación y el desarrollo. Cuando una innovación se convierte por primera vez en un producto, este es relativamente caro lo que permite, eventualmente, de amortizar los gastos. Después habrá competidores y los precios bajan. Lo vemos actualmente con los smartphones, año 2013. Ya se les puede producir a unos costes que dentro de poco serán vendidos para 60 euros.
La curva de la oferta que vemos alrededor de cien veces en cualquier libro de texto de economía es por lo tanto algo completamente atípico. Es un análisis a corto plazo que es demasiado corto para que los procesos económicos puedan adaptarse.
El modelo matemático con las centenares de ecuaciones matemáticas no son por lo tanto más exactas que una mera descripción verbal tal como la encontramos en la obra de Adam Smith, Alfred Marshall o John Maynard Keynes. Todo el contrario. Parece que esta modelización matemática despista y ofusca los hechos centrales.
Aparte de esto, incluso a corto plazo, hay una contradicción. La curva de la oferta es la agregación de las curvas de la oferta de las empresas que a su vez son las curvas de los costes marginales. Se supone que estas curvas se distinguen o sea que no todas las empresas son igual de eficaces. Esta idea es difícilmente compatible con el mercado perfecto donde el capital encuentra sin problema alguno la inversión más rentable, por lo cual el rendimiento marginal evaluado monetariamente es el mismo en cualquier uso, y la idea de que no hay diferencia en la información, o sea todos las impresas tienen la misma experiencia y los mismos conocimientos. En un mercado libre no pueden haber diferencias en la eficacia entre una empresa y otra. La idea del mercado libre supone que todos trabajan con las mismas máquinas y la misma tecnología y que no haya ninguna diferencia en know how. Pero si no se distinguen, no hay competitividad. Si sabe desde el principio y con una seguridad de cien por ciento que en una campeonato de natación todos los nadadores nadan los 100 metros en un minuto y seis segundos el campeonato es completamente superfluo. En un mercado perfecto nadie va a inventar nada, sobre todo si tiene que gastar dinero en la investigación y desarrollo, porque todo lo que inventa él lo sabrán inmediatamente también sus competidores. En resumidas cuentas. Todos los libros de texto de micro-economía más vale que se les tire a la basura. Describen un mundo surrealista, algo que se presta para un cuadro de Dalí, pero nada que tiene contacto alguno con nuestra tierra.
El argumento que es un modelo para un determinado tipo de análisis no vale. No necesitamos modelos que nos desvíen de los problemas centrales.
De hecho el análisis de Adam Smith, sin modelo alguno, es mucho más preciso y mucho más comprensible y incluye ya una perspectiva marginal y una presentación correcta del valor de algo, determinado a largo plazo por los costes y a corto plazo por la demanda.
De hecho no vale la pena de profundizar este concepto, pero ya que se encuentra en todos los libros de micro-economía un corto resumen.
En un polipolio el precio de equilibrio es igualmente el precio donde los empresarios maximizan sus ganancias, mejor dicho, van a ofrecer hasta que sus costes marginales pasan el precio de equilibrio. Se supone, aunque es algo que cuesta imaginarse, que los costes suben al aumentar la producción.
(De hecho pasa algo completamente distinto: Cuando la demanda crece de golpe la oferta no podrá inmediatamente adaptarse a esta expansión y parte de los demandantes serán excluidos por una subida de los precios de lo que resulta el efecto que todos hemos vivido una vez u otra. Cuando la demanda sube el precio sube, a corto plazo. Por esto la curva de la oferta nos parece "intuitivamente" plausible, a pesar de que no tiene nada que ver con la realidad y a largo plazo es más probable que los precios bajan si la demanda sube. Si la infos24 GmbH, que vende libros, podría vender 5000 ejemplares al mes, el precio por un libro sería mucho, pero mucho más bajo y nada, de ninguna manera, más alto.)
Es muy difícil de imaginarse una situación en la cual esto sea cierto. La micro-economía parte de una curva de los costes totales que tiene la forma de una S lo que significa que en un momento dado el efecto de la
degresión de los costes fijos sera superado por el aumento de los costes variables por pieza. Esta marcha de la curva de los costes puede ser plausible en una producción de masa a pesar de que la experiencia concreta muestra que no tiene relevancia ninguna. La economía trabaja normalmente a un nivel que la degresión de los costes fijos supera el aumento de los costes variables por pieza. Después de la caída del muro de un día a otro 17 millones de alemanes del este fueron suministrados de Alemania del Oeste sin inflación, sin penurias y sin problema alguno. Pero tomando en cuenta las miles de tonterías que se encuentra en los libros de texto de micro-economía estos detalles ya son irrelevantes. Suponemos que sea cierto aunque es difícil imaginarse un ejemplo.
Podría ser un ejemplo la producción de los smartphones donde hay unos pocos productores, de hecho solo dos, Apple y Samsung. Para la producción de smartphones se necesita tierras raras y para estos se tendrá que pagar más al aumentar la producción (todo lo contrario de lo que pasa con el panadero y la harina. Si este compra diez toneladas de harina los recibe con un descuento más elevado que si compra solamente una tonelada). Entonces efectivamente podría producirse la situación que los costes por pieza suben al aumentar la producción. Cada entidad será más cara que la entidad anterior.
En este caso, ni típico ni plausible, es posible que los costes por pieza suben al aumentar la producción, porque el aumento de los costes variables por pieza supera la degresión de los costes fijos. La última pieza cuesta más que la pieza anterior. Es la primera afirmación de la famosa cruz de oferta / demanda en la versión simplificada que no tiene nada que ver con el original de Alfred Marshall.
La segunda afirmación de este modelo es que el precio que el comprador está dispuesto a pagar está relacionado con la utilidad que le brinda este producto. En cuanto a la curva de demanda se refiere tenemos el mismo fenómeno que ya hemos visto en la curva de la oferta. Su marcha, cuanto más bajo el precio más gente compra un producto es intuitivamente plausible, pero la explicación que dan en los libros de texto de micro-economía son una tontería. En los libros de textos se nos presenta esta curva como la consecuencia lógica de la utilidad marginal. De hecho la marcha de esta curva no tiene nada, absolutamente nada que ver con la utilidad marginal, ni el más mínimo. La idea de la utilidad marginal tiene un cierto sentido a nivel INDIVIDUAL y para determinados productos, en su mayoría alimentos. Es obvio que hay personas dispuestas a paga un dólar por un botella de coca cola. Pero después de haber bebido el primer litro, no estarán dispuestos a pagar un dólar para la segunda, porque entonces una botella de coca cola no les brindará la misma utilidad. Pero a lo mejor la van a comprar para 80 centavos. Para la tercera van a pagar todavía menos etc.. Se supone en los libros de texto de micro-economía que la pendiente negativa de la curva de la demanda se debe a la utilidad marginal creciente. Esto es obviamente una tontería. Se llega a esta conclusión al agregar las curvas de la demanda individuales a una curva de demanda macro-económica. El problema es que en la gran, gran, gran mayoría de los productos la utilidad marginal no juega ningún papel porque se compra solo una sola pieza. No se compra diez refrigeradores, 20 bicicletas, 20 coches, 2 piscinas etc. etc.. porque se necesita solamente una. Lo que realmente pasa es esto. La gente tiene una determinada suma para su consumo y tratan de maximizar esta suma, o sea optimizar la cantidad de utilidad que pueden recibir por este dinero. Si un smartphone tiene 20 unidades de utilidad y un televisor también 20 pero cuesta 50 dólares más la gente va a comprar el smartphone. Reciben la misma cantidad de utilidad a un precio más bajo. Pero si el smartphone se hace más barato, digamos 100 dólares más barato, entonces la gente compra un smartphone. Reciben entonces la misma utilidad de lo que brinde un televisor pero con menos dinero. Esto significa que cuanto más barato un producto sea, más grande es la posibilidad que es ventajoso comprarlo. Pero esto no tiene nada que ver con una utilidad marginal. Lo que cuenta es la utilidad absoluta de un solo producto. La argumentación que se encuentra en todos los libros de texto de micro-economía se refiere a un caso especial. Al caso que la utilidad marginal disminuye cuanto más se consume. Esto solo vale, aparte de algunas excepciones, solo para algunos alimentos. Es un caso irrelevante. El ejemplo es bonito en la medida que muestra que el modelo matemático despista y no es en absoluto más exacto. En general los autores de estos libros no son capaces de interpretarlas o más bien dicho se ha perdido cualquier capacidad de reflexión. Lo que dice Keynes, aunque parezca ser una afirmación más bien intuitiva, parece ser cierto, vea modelización matemática. Dicho sea de paso. Tampoco hay un punto de saturación, porque a nivel macro-económico no hay saciedad. La gente no compra un determinado producto porque hay productos que brindan más utilidad para una determinada cantidad de dinero. No lo compran en absoluto, ni uno solo. Y si no tienen ni siquiera un ejemplar de este producto tampoco pueden estar saciados de este producto. No hay que repetir como cualquier papagayo las mismas tonterías por centenares de años. Es una enfermedad grave esto.
Con todas las ecuaciones la gente se pierde y no es capaz de desprenderse de estas ecuaciones y mirar la cosa en su conjunto. Pero con todos los fallos que tiene cualquier análisis que se basa en el concepto del mercado perfecto, casi ya no importa esto.
La lógica de lo que se cuenta en los libros de textos de economía es por lo tanto ésta. Una cantidad más grande solo puede ser vendida a un precio más bajo porque con cada entidad consumida la utilidad marginal baja y por lo tanto la gente solo compra a un precio más bajo.
Tenemos por lo tanto dos tendencias opuestas.
[Dentro de la lógica rara que encontramos en los libros de texto de micro-economía.] De una parte suben los gastos (marginales) al aumentar la producción de otro parte el precio tiene que bajar porque debido a la utilidad marginal decreciente el mercado va a absorber esta oferta solo a precios más bajos.
Esto permite de definir el máximo de las ganancias.
Las empresas van a aumentar la oferta hasta que los costes de la producción de la última entidad igualan al precio de mercado. Más allá de este punto sus ganancias disminuirían porque pierden dinero con la última entidad vendida, lo que no significa que pierden dinero, como se puede leer por ahí y por allá, porque los costes medios son todavía más bajos.
Con esto se llega a la ecuación que se puede ver cien veces en cualquier libro de texto de micro-economía costes marginales = precio (polipolio) o costes marginales = volumen de venta marginal (monopolio).
De hecho esto no es otra cosa que un simple cálculo del margen de cobertura. Si los costes variables por pieza son más bajos que el precio de mercado la venta aporta algo para la cobertura de estos costes fijos que, esto se supone, a corto plazo no se puede reducir. Pero a partir del momento que el precio de mercado ni siquiera basta para cubrir los costes variables por pieza con cada venta se pierde dinero.
O sea: Incluso si dejamos al lado la suposiciones raras del mercado perfecto se podría explicar la misma cosa de una manera mucho más precisa y mucho más cerca del cálculo empresarial y de la práctica con un simple cálculo del margen de cobertura.
Lo expuesto hasta aquí se puede aplicar igualmente a una empresa aislada, lo que se suele hacer en la micro-economía o, agregando las curvas de la demanda y de la oferta, vea crítica arriba, a la economía en su conjunto. Esto es lo que expresa la famosa cruz de la demanda y de la oferta que se encuentra centenares de veces en cualquier libro de economía.
Con este modelo, la cruz de la curva de la demanda y la curva de la oferta, se puede igualmente describir las rentas, sea la renta de productor, sea le renta del consumidor sea la renta del consumidor. (Dejamos al lado la crítica mencionada antes. En un mercado perfecto es difícil imaginarse que haya rentas de productores. Si todos son igual de experimentados y trabajan con las mismas máquinas, no hay un productor marginal.)
La renta es simplemente la diferencia entre el precio de mercado y los costes reales de un productor determinado. Como este modelo, la cruz de la demanda y de la oferta, supone que hay productores eficaces y menos eficaces todos aparte del productor marginal reciben una renta porque todos pueden producir a unos costes inferiores. Similar con la renta del consumidor. Habrá gente para los cuales un smartphone es tan valioso que pagarían incluso 1000 euros para obtenerlo. Pero ni siquiera tienen que pagar la mitad porque el precio de mercado es más bajo.
Las tres preguntas son, como siempre, estas. ¿Es un concepto nuevo? ¿Está bien explicado? ¿Es correcto?
En cuanto a la primera pregunta se refiere no es un concepto nuevo, por lo menos en cuanto a la renta del productor se refiere, porque es exactamente lo mismo que la renta de David Ricardo. La única diferencia es que para David Ricardo no produce la contradicción que produce la economía neoclásica tal como se la presenta en los libros de texto de micro-economía. La renta existe para Ricardo solo para los propietarios de tierra. Simplificando: Si la población de una ciudad crece se debe traerla cada vez de más lejos, lo que cuesta. En la ciudad se obtendrá un único precio de mercado, digamos para patatas. En este caso es obvio que los agricultores que están cerca ganan más que los agricultores que están lejos porque los costes de transporte son más bajos para los primeros. Esta es la renta que reciben los primeros. El punto interesante viene ahora. Cómo David Ricardo supone, una idea absurda, que hay un mercado perfecto, o sea que el capital siempre fluye a los usos más rentables porque los inversores están perfectamente informados y la calificación de la gente, en esto se asemeja a Karl Marx, no tiene importancia alguna no pueden haber rentas en el sector industrial. Esto es idiota, pero por lo menos David Ricardo comete un solo error, la economía neoclásica tal como está en los libros hasta hoy en día comete dos. Primero parten del principio que hay un mercado perfecto, este error lo comparten con David Ricardo. Pero David Ricardo por lo menos queda en su lógica mientras que la economía neoclásica supone que hay productores eficaces y menos eficaces a pesar de que el mercado es completamente transparente (El problema en el fondo es este. El original, o sea Alfred Marshall, distingue entre corto plazo y largo plazo. Entonces el concepto es correcto, vea equilibrio a corto plazo y largo plazo.)
Si queremos ser más precisos. La renta es un fenómeno dinámico y la noción renta es engañosa. (En inglés el bicho se llama surplus, lo que es mucho más adecuado). La noción renta supone que es algo fijo, eterno que no cambia. La idea de una economía de mercado es justamente derretir esta renta del productor. La renta es algo muy dinámico.
Vemos por enésima vez que la modelización matemática tal como la encontramos en todos los libros de texto de micro-economía no es más exacto. Todo lo contrario. Es menos exacto si se entiende por exactitud la descripción exacta de la realidad de nuestra tierra. La modelización matemática ofusca la realidad sobre todo si es utilizada por gente que no son capaces de interpretar las ecuaciones.
El problema con modelización matemática es importante analizarla, porque con este fenómeno la gente pierde mucho tiempo en estos modelos que se podría invertir en otras cosas, es el hecho que fija la mente a una situación determinada que corresponde con este modelo y una vez construido el modelo se olvida fácilmente que
el modelo que fue construido a base de una situación especial que no se puede generalizar. La curva de la oferta, de hecho la curva de los costes marginales, se deduce de una determinada suposición sobre la estructura de los costes en el sector industrial que de hecho solo es válido, por lo menos en algunos casos, para una producción de masas. La deducción de la curva de la demanda es deducida de la utilidad marginal lo que solo es posible si se suponen determinados tipos de productos o sea alimentos. Es por mera casualidad que ambas curvas nos parecen "intuitivamente" plausible porque por otras razones efectivamente de vez en cuando vemos subir los precios con la demanda y dejamos de comprar algo cuando se hace más caro.
Un modelo es un real riesgo. Fija la mente y nos impide ver todas las facetas de un problema. Un modelo puede ser tan útil como un microscopio cuando nos permite ver algo en detalle, pero muy inútil si nos impide ver lo que esta fuera del foco del microscopio y lo que está fuera del foco es de primordial importancia.
Nociones fijan la mente en general y muy obviamente en la economía. De hecho ni siquiera la noción renta es muy precisa, porque hay fenómenos muy similares que no pegan con este sistema. Si por ejemplo hay un producto innovador, algo que por un determinado tiempo, más grande o más corto, solo una empresa vende, como por ejemplo el smartphones, la empresa que lo vende también recibe una especie de renta hasta que otras empresas también lo producen. A este fenómeno no pega la definición tal como la encontramos en cualquier libro de texto de economía a pesar de que es un fenómeno similar. En el caso de la renta hay productores que son más eficaces que otros y en el caso del innovador hay una sola empresa capaz de producir este producto. Vemos por lo tanto que una noción deriva y fue ideada a partir de una situación determinada estrecha a la vista y la modelización matemática es un fenómeno extremo de este tipo tan extremo que se podría incluso hablar de enfermedad psíquica, de autismo. El autista dirige todo su atención a aspectos parciales de la realidad y le cuesta ordenar los fenómenos según la importancia que realmente tienen. Aparte de este se caracteriza por un comportamiento estereotipo, por la obstinación con la que repite ciertos comportamientos. Se podría clasificar un comportamiento de este tipo la obsesión por las matemáticas en economía o sea de presentar cualquier tontería que no presenta problema alguno y que todo el mundo entiende en cinco minutos por una ecuación. Es una enfermedad psíquica porque despista de lo esencial, de ver todos los aspectos de un problema y de la realidad social y desvía el interés a aspectos irrelevantes.
Si se sabe lo que se está haciendo se puede utilizar la renta de vendedor y del consumidor para determinados tipo de análisis, como vamos a ver más tarde, vea mediación cardinal y ordinal de la utilidad. Pero hay que comprender que en el concepto de la renta falta la dimensión temporal. Una renta de digamos 300 dólares (los costes (marginales) de A son 200, de B 250, de C 300, de D 350 y el precio de mercado es 350) describe la renta realizada con una determinada cantidad, pero no sabemos cuantas veces estos productos serán vendidos. Dado que el concepto de la renta es fácil de comprender y que todo tipo de cálculo con datos ficticios y sin tomar en cuenta la dimensión temporal no lleva a ningún resultado preciso es obvio que todos los cálculos que encontramos en los libros de textos de micro-economía sobran.
No tiene ningún sentido de estudiar micro-economía un semestre entero o incluso dos. Si hay poco tiempo, y siempre hay poco tiempo, hay que concentrarse en las cosas que son realmente útiles para el mercado de trabajo. Esto significa que hay que reducir la micro-economía a un medio semestre y dedicarse en el tiempo ganado a otras cosas, vea preliminares.
El modelo del mercado libre elimina el elemento más característico de una economía de mercado libre: la inseguridad.
Todo al contrario de lo que comúnmente se cree Keynes describe la economía de mercado de una manera más realista. La inseguridad se convierte en la teoría keynesiana en el elemento central.
La manera en la que Adam Smith describe la alocución de los factores productivos basta y está más cerca de la dinámica de una economía de mercado libre.