La modelación matemática, sobre todo en la versión de Léon Walras donde se convierte en un espasmo incontrolado de un cuerpo que está por morir es en parte culpable de la irrelevancia de la economía. Léon Walras construye sobre centenares de páginas con centenares de ecuaciones un equilibrio total más o menos tan útil como ecuaciones que describen los anillos producidos por un cigarrillo en el aire, aunque menos complicados. El problema es, aparte de otros miles, que confunde un mercado donde se cambian productos con un mercado donde se producen productos. Si hay un cambio REAL en un precio vamos a ver una reasignación de todos los procesos económicos. Si el petroleo se hace más caro, veremos cantidad de procesos de adaptación. La gente se compra coches que no tienen tanta sed, se sustituirán los bolsillos de plástico por otros, se utilizará más plásticos biodegradables, se utilizará más energías alternativas etc. etc.. Si hay precios reales la economía de libre mercado es tremendamente eficaz al adaptarse. Hasta aquí es una trivialidad que cualquiera entiende y por la cual no hace falta ninguna ecuación matemática. La cosa cambia, si no hay precios y el futuro no tiene precio, nunca. Por esto tenemos un sin fin de burbujas. La gente trata de disminuir la inseguridad de sus inversiones invirtiendo solo en cosas reconvertibles en dinero, que a su vez se puede convertir en cualquier cosa y que es por lo tanto el producto más líquido que hay. Por el hecho que esto hace todo el mundo hemos visto, vemos y veremos cantidad de burbujas aunque siempre en los mismos mercados: el de las inmobiliarias y en la bolsa. A primera vista resulta una contradicción, porque parece que no hay cosa más líquida que las inmobiliarias. Esto es cierto, pero no tiene ninguna importancia, porque las inmobiliarias tienen la misma característica que el dinero: Son relativamente seguras o sea se pueden vender en cualquier momento. Máquinas especializadas no se pueden vender tan fácilmente. Se entiende por lo tanto fácilmente que la economía de libre mercado es una buena idea en algunas situaciones determinadas, pero para entender esto no necesitamos a Léon Walras y sus ecuaciones. En otros contextos no es una idea tan genial y toda la economía neoclásica no resuelve nuestros problemas. El problema es que el libre mercado no es tan transparente como los clásicos y neoclásicos lo suponen y por lo tanto los factores productivos no fluyen automáticamente hacia los sectores con una rentabilidad más elevada. El trabajo de los economistas podría por lo tanto consistir en localizar inversiones reales interesantes. Como las facultades de economía ya tienen una red pueden conectarse más fácilmente . Los estudiantes de economía en el Perú podrían por ejemplo evaluar las posibilidades de montar centrales eólicas en su país y con estos datos los estudiantes de economía podrían estudiar la situación en Alemania, o sea evaluar si la exportación de estas máquinas al Perú es posible y si es rentable. Lo mismo puede hacerse con los módulos fotovoltaicos. En cuanto se refiere a la mera producción de estos módulos los chinos son más competitivos que los alemanes y la producción tampoco es un gran problema. Evaluar mercados complejos es un problema. Obviamente podrían participar en este proceso también las universidades españolas. Si las facultades de economía quieren formar empresarios, y esto hace falta, si no todo el dinero va por falta de alternativas a la bolsa y no crea trabajo, tienen que comportarse como empresas. Empujar la curva de la demanda y la curva de la oferta es un jueguito de niños. Se puede hacer en una hora, pero entonces basta.
Pero lo realmente cómico de las burbujas, a parte de que se repiten cada par de años, es el hecho que se los atribuye a una política keynesiana. Esto significa que con todos sus jueguito matemáticos han olvidado por completo leer el original, porque el problema de las burbujas lo vio Keynes con toda claridad, y esto en 1936. Dice que debería existir una relación de un inversor con su inversión como aquella que existe en un matrimonio entre la mujer y el hombre. Entonces los inversores serían obligados a encontrar inversiones reales rentables. Algunos fracasarían, obviamente y otros tendrían éxito, pero de cualquier forma existiría una impacto sobre el mundo real y el mercado de trabajo.
Lo dicho hasta aquí no es nada complicado, es súper simple y sin jueguito matemáticos cualquiera lo entiende, pero con los jueguito matemáticos se corre el riesgo de ni siquiera entender las cosas más simples.
Escribimos, como ya lo hemos mencionado, en el año 2012 y desde el año 2000 vivimos una crisis después de la otra, sin que se haya previsto una. La primera crisis, el estallido de la burbuja puntocom se habría podido (con un poco de sentido común) presagiar, la cotización de las acciones se podía ver todos los días.
La segunda crisis que comenzó en 2007 se hubíera podido predecir si se hubiesen conocido los hechos o sea si se hubiese sabido en que medida los bancos han financiado la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos.
La tercera crisis, la de España e Italia, alguna gente la relaciona con la introducción del euro, aunque es difícil de ver lo que tiene que ver una cosa con la otra. Si los bancos europeos prestan más dinero a España del que España puede liquidar es difícil ver lo que tiene que ver esto con el Euro. Si en California pide demasiado dinero del resto de los Estados Unidos y va en quiebra a ninguno se ocurriera la idea de que hace falta una moneda "nacional" californiana. Es cierto que un sistema de libre cambio de monedas ejerce una presión sobre los países con una cuenta corriente negativa. Su moneda se devalúa y las importaciones se hacen más caras y por lo tanto disminuirán hasta que el equilibro sea alcanzado. Pero esto no implica que no hayan otras maneras de resolver el problema. Cualquier banco puede prestar la cantidad de dinero que quiera a un estado, pero tienen que tener el derecho también de ir en quiebra si estos estados son finalmente insolventes. Si no son capaces de evaluar si un estado sera capaz de liquidar su deuda, pues mala suerte, son cosas que pasan, pero sobre todo, dado que los banqueros son casi siempre licenciados en economía o ciencias empresariales, revela que hay un fallo en los planes de estudio.
Como casi todos los problemas de la tierra se atribuye este tipo de crisis, el de las burbujas, se culpa a la teoría keynesiana por que este efectivamente estaba en favor de tipos de intereses bajos. La argumentación de Keynes es relativamente simple. Algo que de hecho se puede producir en cualquier cantidad, no tiene que tener un precio. Pero la cosa es un poco más complicada. Efectivamente al introducir el Euro los tipos de intereses bajaron en España y otros países lo que en parte explica el crecimiento de la construcción en España en los años 2002 a 2010 y la burbuja que siguió. Lo que es un poco difícil de ver es la relación que tiene esto con la teoría keynesiana. Keynes nunca dijo que hay que expandir la cantidad de dinero hacia el infinito. Lo que dijo es simplemente que cualquier inversión capaz de liquidar el crédito, eliminando de esta manera el dinero creado al conceder el crédito, es útil. El problema que tiene España y otros países no es por lo tanto ni el Euro, ni los tipos de intereses bajos. El problema es simplemente la falta de un número suficiente de proyectos rentables que pueden absorber la liquidez que trota por el mundo. Por lo tanto se impone de manera bastante clara el deber de las facultades de economía. Tienen que formar empresarios. Jueguito matemáticos que solo disfrazan la ignorancia bajo un barniz seudocientífico no ayudan.
Pero para comenzar sería útil echar los libros de textos, que son malas copias de los textos originales de Adam Smith, Alfred Marshall y Keynes, que se utilizan en las carreras académicas a la basura y trabajar con los originales que son, dicho sea de paso, también mucho más baratas.
Si un economista quiere hacerse famoso y estimado más vale montar una empresa que escribir otro librito. Con un librito no comprueba en absoluto que es capaz de lograr algo, un librito lo puede escribir cualquier idiota. Pero si realmente monta una empresa y crea trabajo probablemente puede enseñar a otra gente como hacerlo. Abundan los libritos y estudios. Lo que hace falta son empresarios.
El tercer aspecto divertido de las burbujas es el hecho que se repiten. Había ya una burbuja en Japón, después en los Estados Unidos, después en Irlanda, se está creándose una en China, ha habido una en España. Es comprensible que se cae en la trampa cuando una cosa así ocurre por primera vez. Pero si el fenómeno se repite cada par de años, se debería haber comprendido el truco. De momento vemos formarse una en Berlín a pesar de que la lógica es relativamente simple. Si el mercado laboral no cambia, la gente no puede pagar más alquiler y si la gente no puede pagar más alquiler, las inversiones inmobiliarias son cada vez menos rentables cuando suben los precios.
Economistas ni siquiera son capaces de pronosticar
crisis que se repiten regularmente
Tiene el mismo problema que le público. Desconocen
los datos.
Transparencia es un valor por sí solo. Una intervención
en el mercado libre disimula las realidades y complica por lo tanto el control a través de un proceso decisorio democrático.