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Los debates públicos tienden a convertirse en debates fundamentales, lo que se debe también al hecho de que se presentan tendencias económicas como la economía clásica, neoclásica, neoliberalismo, keynesianismo, monetarismo etc. etc., como si fuesen completamente incompatibles, lo que históricamente a lo mejor eran. Pero hoy se puede tener la impresión de que la presentación de cada uno de estos sistemas en su estado original, con todos los errores y exageraciones, se debe al hecho de que los catedráticos de las distintas facultades de economía no tienen otros contenidos y por lo tanto ningún interés en abreviar un poco el tema.

No tienen por ejemplo ningún sentido construir una incompatibilidad infranqueable entre una economía de libre mercado en sus distintas versiones y distintos enfoques (asignación de lo factores productivos en la economía neoclásica, garante de la libertad en el neoliberalismo / monetarismo) de un lado y el keynesianismo del otro lado. La cosa no es tan complicada.

Sobre todo Milton Friedman y su hermano de espíritu Friedrich Hayek son unos aficionados a los debates fundamentales, como vamos a ver más tarde, pero de hecho la situación es relativamente simple.

Podemos distinguir un par de situaciones distintas. Cuando hay precios concretos, en este caso una economía de mercado es muy eficaz, más vale que el estado no intervenga. Si por ejemplo la cosecha de manzanas resultó una catástrofe y el precio sube, habrá cantidad de adaptaciones. Las empresas que producen por ejemplo zumos de una mezcla de frutos (lo que se suele llamar por razones de marketing zumos multivitaminas), van a disminuir la cantidad de zumo de manzana y sustituirlo por otro zumo. Pero igualmente es probable que Polonia no haya tenido este problema y entonces importen manzanas de Polonia. Es obvio que en un caso así, y casos de este tipo hay miles cada día, las empresas se adaptan a variaciones en los precios, sería ridículo si el estado, que ni siquiera está enterado de los cambios de precios, interviniera. Obviamente hay casos más críticos de este tipo, como por ejemplo cuando un país extranjero llega a ser más competitivo y echa fuera del mercado a la industria nacional. Pero en este caso es difícil ver como los aranceles, o sea la tentativa de disimular las señales que dan los precios, puedan salvar la industria nacional a no ser que el consumidor esté dispuesto a pagar eternamente. En algunos sectores este tipo de discusión tiene rasgos surrealistas. La Comunidad Europea por ejemplo tiene cantidad de aranceles sobre productos agrícolas, como por ejemplo azúcar. Con este arancel quieren sostener a los productores de remolacha en Europa (Para los sudamericanos: En Europa se hace el azúcar de la remolacha.) Lo que nadie entiende es porque las empresas agrícolas no convierten la remolacha en biogás o mejor todavía porque no cultivan maíz para convertirlo en combustible? Sea como sea y a pesar de que incluso en este caso hay cantidad de discusiones bastante surrealistas, cuando hay precios, más vale que se acepten las señales de mercado.

El segundo caso es que el estado produce un producto bien definido. En este caso se puede distinguir otra vez dos situaciones distintas. El mismo producto podría ser producido por una empresa privada. Este es el caso por ejemplo de los controles de alimentos en las tiendas. En Berlín por ejemplo la ciudad de Berlín solo decide cuántos controles se realiza y a quién se controla, pero el análisis lo hacen empresas privadas. En este caso hace falta un cálculo de gastos, adaptado a la administración pública, para poder comparar los gastos. Si una empresa privada lo hace más barato, lo que casi siempre es el caso, más vale que lo haga ella. En el segundo caso el producto está bien definido, pero no hay ninguna empresa privada que lo produzca. Un producto de este tipo es por ejemplo la inscripción empresarial. En este caso hace falta igualmente un cálculo de gastos, o sea un sistema similar que se suele utilizar en el controlling operativo, pero adaptado a la administración pública. Entonces se pueden comparar los gastos para este producto en una ciudad con los gastos en otra. En general en las administraciones públicas no existe nada que pueda compararse al controlling operativo tal como se lo conoce de las empresas privadas y la introducción de sistemas de este tipo en las administraciones públicas, esta es la experiencia personal del autor, se ve confrontado con una fuerte resistencia de los empleados públicos, un grupo en general organizado de manera muy compacta. Pero introduciendo sistemas de este tipo se puede ahorrar mucho dinero. Dicho sea de paso: Tomando en cuenta que casi un cincuenta por ciento del PIB pasa por las manos del estado, se puede crear una nueva carrera: Controlling en administraciones públicas.
Pero este segundo caso tampoco puede ocasionar grandes debates públicos. Es simplemente una cuestión de eficacia y disminuir el despilfarro.

El tercer caso es más crítico y presenta un real problema. Algunos productos, entre ellos tres que son centrales, el sistema educativo, la jurisprudencia e inversiones estatales en investigación y desarrollo no tienen precio. (Dicho sea de paso: Normalmente se menciona en este contexto también los gastos militares, pero eso es otro cuento. El problema con los gastos militares es relativamente simple de resolver. No hay que producirlos y ya está. Es una cosa que el resto del planeta puede aprender de Europa. Desde que hemos dejado de marchar de un país a otro fusil en mano lo pasamos de puta madre y es de suponer que Sudamérica pierde muchas oportunidades invirtiendo dinero en tanques, buques de guerra y otras chorradas.) El error que comete Milton Friedman, vea su vídeo What's Wrong With Our Schools, es que quiere introducir los mecanismos de control de un libre mercado a un sector donde no hay precio. Vamos a hablar de esto con más detención más tarde, cuando hablemos de Milton Friedman. El sector de la jurisprudencia es un poco más complicadillo porque se debería entrar en los detalles de los distintos sistemas jurídicos. La infos24 GmbH, o sea la empresa detrás de este portal, ha iniciado un pleito, como acusado, para estudiar mejor el fenómeno, el resultado puede verse bajo www.recht-eigenartig.de. Pero obviamente el autor no tiene el tiempo para irse a España y provocar ahí un pleito solo para estudiar el sistema jurídico en España o en el Perú o donde sea. Nos restringimos por lo tanto a unos rasgos generales. El primer problema es que las tasas judiciales no dependen de los costos reales ocasionados por el pleito sino de la cuantía litigiosa. Esto significa que una persona con un pleito rentable, gran cuantía litigiosa. y poco trabajo, en general suelen ser de este tipo los pleitos civiles, subvencionan pleitos poco rentables, por ejemplo pleitos criminales. La jurisprudencia es el único sector, donde la estupidez es rentable. Un abogado completamente imbécil tiene más posibilidades de llegar a la segunda instancia que un abogado listo que ya gana en la primera instancia. O sea es un sistema curioso en la medida en que hay un incentivo para ser inepto, flojo y estúpido. El tercer problema es que no hay ninguna obligación para que un juez conozca las leyes recientemente promulgados por la legislativa. En áreas donde la ley cambia mucho, por ejemplo en todo lo relacionado con los nuevos medios de comunicación, esto puede ser fatal. El parlamento puede promulgar leyes por las cuales no se interesa estrictamente nadie. Por último esta el problema con la independencia de la justicia. Esto en general se ve como algo positivo. Se supone que esto garantiza que la justicia no puede ser abusada por fines políticos. Si miramos un poco la realidad y la historia nos damos cuenta de que este argumento es bastante débil. En una dictadura de tipo Pinochet la gente desaparece sin juicio alguno y si hay un pleito es delante de un tribunal especial con jueces obedientes al régimen. Formalmente la justicia también era independiente en los años 1933 a 1945 pero es bien conocido que esto no sirvió de absolutamente nada. La única manera de controlar la justicia, y esto es lamentablemente muy a menudo la única respuesta que se puede dar a este tipo de problemas, es la publicación sistemática de todas las sentencias en Internet. En este caso sería fácil de detectar ciertas características de determinados jueces, detectar relaciones fijas entre determinados jueces y determinados abogados, detectar los picapleitos que abusan de la ley etcétera.. Aparte de esto se podrían analizar las sentencias en cuanto se refiere al uso correcto de las leyes. Si un juez sabe que su sentencia será publicada, con los nombres de los partidos tachados, y que puede ser igualmente analizada, hará un esfuerzo más grande. Y si realmente es incompetente, lo que a largo plazo será revelado si se publican de manera sistemática todas las sentencias, el Internet. puede ejercer un control muy fuerte que finalmente le convence que más vale dejar su trabajo.

La última justificación para una intervención del estado es un fallo principal de una economía de libre mercado, o sea la teoría keynesiana. Mucha gente tiene problemas para entender esta teoría, se lee y se oye por todas partes cualquier cosa. Simplificamos un poco, para que quede claro de que se trata, más tarde vamos a entrar en los detalles, vea Keynes. La teoría clásica / neoclásica parte del principio de que siempre hay un equilibrio entre el ahorro y la inversión, lo que significa, que todo lo que se produce sera consumido o invertido y por lo tanto nunca hay un carencia de demanda. Si hay mucho ahorro, el tipo de interés baja, lo que tiene dos efectos. Primero la inversión aumenta y segundo el ahorro disminuye hasta que haya otra vez un equilibrio. La crítica de Keynes es un poco más sofisticada pero se puede simplificar el asunto en estos preliminares. El tipo de interés no tiene nada que ver con ahorro e inversión. Lo fija simplemente el banco central y punto. Aparte de esto y sin entrar en los detalles es también obvio que el ahorro depende de los ingresos. Alguien que gana lo justo para sobrevivir no ahorra nada y alguien que tiene 10 millones de ingresos cada año ahorra mucho. La teoría clásica dice ahora que esto no es ningún problema, porque no importa cuanto ahorrala gente siempre lo va a invertir en algo, así que nunca habrá carencia de demanda a nivel macroeconómico (consumo e inversión juntos). Un simple test nos revela que esto es una chorrada. Si el lector hereda dos millones de dólares, ¿qué va a hacer con este dinero? El autor le va a dar la respuesta. Va invertir en inmobiliarias o lo va a llevar a una recaudador de fondos (banco, seguro) esperando que ellos sepan que hacer con su dinero. ¿Y que es lo que van a hacer ellos? Lo van a llevar a la bolsa, porque ahí la inversión es líquida o lo van a invertir en inmobiliarias (o sea hacen lo mismo que el lector habría podido hacer). Y que efecto real tiene una inversión en la bolsa? Pues ninguna. Y esto es el problema. El ahorro no influye en el mercado de trabajo. La suposición de la economía clásica / neoclásica de que el capital siempre encuentra una inversión real es una chorrada, y dicho sea de paso, al mercado del dinero, que no tiene nada que ver con el capital, lo olvidaron por completo. Este fallo del libre mercado es un fallo sistémico y en este caso y en determinadas situaciones el estado tiene que intervenir.

Para que nos entendamos: Los problemas de Grecia o de España no tienen nada que ver con Keynes, como se puede leer en todas partes. Keynes nunca dijo que hay que financiar el CONSUMO endeudándose. Lo que Keynes dijo, es que cualquier inversión que permita liquidar el crédito, o sea que elimina el dinero que fue creado al tomar el préstamo, es sensata, incluso si el tipo de interés solamente basta para cubrir los gastos de la administración y el riesgo y si nadie invierte, el estado tiene que invertir. Pero ojo! Keynes habla de INVERSIONES, no de CONSUMO. El famoso multiplicador, que hace suponer el contrario de lo dicho aquí, es media página en un libro de casi 400 páginas. Vamos a hablar de esto detalladamente más tarde, cuando hablemos de Keynes.

En qué quedamos? Quedamos en que la economía es algo muy simple, muy al contrario de lo que se puede leer por todas partes y algo que cualquier idiota puede comprender. La parte difícil es el acceso a los datos de base, no la teoría.

Si la economía fuese algo difícil de comprender como la física, la informática, la biología molecular sería, dicho sea de paso, fatal para la democracia. Si se tuviera que saber algo tan complicado como programar en C++ para tomar una decisión sensata en las elecciones, la democracia sería ridícula y se podría igualmente echar dardos. La democracia supone que los procesos son en cierta medida comprensibles y que se puede analizar los procesos e ir aprendiendo. Un estado percibido como algo incomprensible, kafkiano da una sensación de impotencia y lleva a un fenómeno que podemos observar todos los días. No se discute sobre los problemas, a un nivel analítico, sino sobre personas. Por una magia incomprensible se espera la solución de todos los problemas de una persona, envés de esperarla de un análisis correcto de la situación. Un efecto similar lo podemos observar actualmente en Europa, seguimos escribiendo en el año 2013. Como nadie entiende realmente lo que pasa, los alemanes creen que los griegos y los españoles abusan de ellos, porque tienen que pagar por sus deudas, y los griegos y los españoles creen que los alemanes son los que abusan, imponiendoles su política. La real causa del problema no tiene nada que ver ni con los alemanes, ni con los griegos, ni con los españoles. El problema es que ha habido demasiada liquidez en el mercado y que no ha habido una cantidad suficiente de inversiones rentables que hubiesen podido absorberla. El problema sigue siendo virulento. El reto consiste en evitar que renazcan los mismos clichés que hemos creído ya sepultados desde hace 50 años.

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Anotaciones:

ES        DE

 

Los economistas deberían tener un gran interés en
la publicación y accesibilidad de datos, deberían
por lo tanto estar en favor de todos los movimientos
que quieren un "estado de vidrio". (Lo que suele ser
el contrario de lo que quiere un estado: Los gobiernos
quieren en general el ciudadano de vidrio.). Pero muy al contrario de lo que podría suponer, esto no es el caso.

Si un control sistémico, o sea a través de mecanismos que se conoce de una economía de mercado libre, hay que tratar de implementar mecanismos que tienen un efecto similar, pero hay que admitir que de vez en cuando el control por un debate público es la
única forma de control posible.




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