Un empresario propiamente dicho no existe ni en la teoría ricardiana, ni en el marxismo, ni en la economía académica. Quiere decir, que el protagonista principal de una economía de mercado simplemente no existe. La formación, personalidades emprendedores, avance tecnológico etc. se encuentran, si es que existen, están escondidas en algunas variables. Lo que hay en abundancia en las ciencias históricas, falta en economía.
Las ciencias históricas se concentran en las actividades de personas y escudriña sus motivos, a pesar de que esto es bastante irrelevante por el desarrollo de la historia.
El análisis de personas históricas es interesante desde un punto de vista beletrístico, obras sobre Hernán Cortés o Francisco Pizarro son interesantes, pero irrelevantes desde un punto de vista histórico.
El desarrollo histórico está completamente determinado por el desarrollo económico y tecnológico. Si los Aztecas o los Incas hubiesen tenido ametralladoras, seguramente no se hablaría español en Sudamérica hoy en día. Si los Estados Unidos hubiesen tenido la bomba atómica, se habría podido salvar cantidad de gente. Habrían arrasado Berlín y el fantasma nacionalsocialista se habría inmediatamente terminado.
Lo que se puede aprender de la historia es bien poco, dado que la historia es una mera masa de datos contingentes. Lo interesante sería estudiar las repetidas radicalización de las masas y porque las masas una vez y otra siguen a un chiflado.
La historia es por lo tanto un extremo. Al otro extremo está la economía. Esta describe la economía como un desarrollo controlado por eternas leyes y cree haber logrado la cima de la ciencia pura con la modelización matemática. Quiere por lo tanto trabajar con el mismo instrumentario que la física, que realmente no conoce sujetos.
El tipo de interés iguala el ahorro y la inversión con la misma seguridad con la cual la fuerza de gravitación hace girar la tierra alrededor del sol.
A pesar de que los métodos de las ciencias históricas y de la economía son las misma, hay una cosa en la cual se asemejan. Ambos abstraen completamente de la sociedad en su conjunto. El famoso austriaco raro con su bigote
no es interesante, hay cualquier cantidad de chiflados en esta tierra. Pero el hecho que millones de personas le siguieron es un fenómeno sorprendente.
Si se sabe que cualquier idea o proyecto que puede saldar el crédito no habrá ningún problema a organizarse dinero, vea Jean Baptiste Say, Joseph Schumpeter o, en una versión más sofisticada, Keynes entonces la pregunta primordial no es el tipo de interés, pero la generación de ideas.
Para la gente fuera del ambiente universitario las explicaciones de Jean Baptiste Say suenan triviales, porque la fuerza de una economía de mercado consiste justamente en el hecho que cualquiera la entiende sin problemas, pero para la cooperación de economistas el conocimiento que hay individuos y que estos deciden sobre el desarrollo de la economía es simplemente revolucionario.
Jean Baptiste Say es el único que distingue entre el provecho del capital y el sueldo que recibe el empresario. Es por lo tanto el único que abandona la idea que el capital fluye de manera automático en el uso más rentable.
Quel entrepreneur, en effet, pourrait, d'une manière suivie, consentir à payer un intérêt, s'il ne trouvait pas dans le prix auquel il vend ses produits, un profit qui l'indemnise tout au moins du loyer que son capital lui coûte ? Et lorsqu'il est propriétaire de son capital, si, en faisant valoir par lui-même ce capital, il ne tirait rien au-delà du salaire de ses peines, n'est-il pas évident qu'il préférerait le prêter pour en tirer un intérêt, et qu'il louerait séparément ses talents et sa capacité pour en recevoir un salaire? |
¿Cuál empresario consentiría de pagar eternamente un tipo de interés si no fuese recompensado a través el precio por el cual vende sus productos por el préstamo de su capital? Y si él mismo es el dueño de su capital, o sea si lo usa él mismo, y no recibe aparte de su sueldo nada, no es obvio que preferiría prestarlo por un tipo de interés y utilizar sus talentos y capacidades aparte para recibir un salario? |
Para Say existe por lo tanto, aparte de la renta, del salario y del provecho un ingreso más: el salario del empresario. Se puede incluso distinguir más. Si alguien presta su dinero a alguien, respaldado por seguridades, no corre ningún riesgo. Si lo utiliza para su propio negocio, corre el riesgo de perderlo en parte o totalmente. Está por lo tanto claro que el tipo de interés tiene que ser más alto si usa su capital en su propia empresa, porque si no, podría prestarlo a otro sin riesgo alguno y solo si confía en sus capacidades de empresario lo va a invertir en su propia empresa. En la obra de Jean Baptiste Say aparecen por lo tanto por primera vez, para desaparecer después otra vez, tres características fundamentales de una economía de mercado. El empresario, el riesgo y el hecho que el empresario tiene que ganar más trabajando en su propia empresa que trabajando para otro.
En la economía académica no hay empresarios. O sea no hay nadie para el papel del protagonista. De hecho hay solo dos autores donde hay empresarios: Jean Baptiste Say y Joseph Schumpeter.
El empresario es algo contingente, espontáneo, difícil de pronosticar, algo que no se puede considerar en un modelo matemático y es por lo tanto simplemente ignorado.
La teoría neoclásica y el marxismo, a pesar de que el uno cree ser el opositor del otro, se asemejan bastante. Ambos describen la economía como algo controlado por leyes económicas universalmente válidas.